Apostles 2012 II

Número 10

Décimo prólogo en disenso

La literatura abarca toda la experiencia real e imaginaria de los seres humanos, y sin embargo proliferan curiosos y minuciosos sistemas de clasificarla. Desde la invención del estado-nación europeo a comienzos del siglo XIX, existen literaturas que se declaman nacionales y que así se limitan a los autores que viven dentro de sus propios confines geográficas, relegando a los otros a una amorfa literatura mundial que de vez en cuando influye a los de la patria. En cambio, también existe un sistema paralelo desde fines de la época medieval, que prefiere destacar los movimientos artísticos en general —del Renacimiento, del barroco, de la Iluminación, del romanticismo, del naturalismo, del surrealismo— que florecen, sobre todo en el mundo occidental, cada cien años y que se manifiestan en todos los campos artísticos, inclusive el literario, de su esfera cultural. Y antes de ellos, en períodos más remotos, había las tradiciones orales y escritas. En las primeras la palabra y su impacto todavía tenían una fuerza mágica, sobrenatural; la voz casi siempre anónima que inventaba o elaboraba una narrativa poética era la de un poeta chamán, que inventaba mundos por nombrarlos. Después, los pocos que pudieran escribir fijaban esas narrativas —otra vez anónimamente, por lo menos al comienzo— con letras y símbolos, para transmitirlas de manera más individual y definitiva.

En la presente época, la de la confluencia de culturas e idiomas no solamente del Occidente, sino del mundo entero, entramos a un mundo plurilingüe, en el cual las lenguas se encuentran, se chocan, se trocan, se fusionan, se cambian, se juegan y se hibridan entre ellas. Dentro de esa nueva realidad políglota y multifacética, existen muchas literaturas simultáneamente, especialmente en ambientes multilingües como Montreal, donde el francés y el inglés se reinventan constantemente en una interacción lúdica con las culturas y lenguas que los circundan. Una de las corrientes literarias más pujantes, tanto en Quebec como en el resto del Canadá, es la hispanocanadiense, que surge del trasplante del idioma de veintidós países del mundo y de la mayoría de los habitantes de las Américas. Esta nueva rama literaria, que efectivamente brota en medio de dos literaturas más, la quebequense y la anglocanadiense, se enriquece y se proyecta así de manera triple. Una de sus manifestaciones más sobresalientes es seguramente la revista literaria The Apostles Review, que se publica principalmente en español, pero también con obras en inglés y francés, y que sigue con una ya larga tradición latinocanadiense de revistas de creación y discusión literaria e intelectual en lengua española.

Ahora, en este décimo número de la revista, hay que celebrar las más de 400 páginas de ficción, poesía y ensayo ya publicadas en línea y en papel, y mirar adelante al futuro y las nuevas y tecnológicamente aceleradas tendencias a venir. El carácter heterogéneo y cosmopolita de la revista rebosa en este número, desde el cuento de Ángel Mota Berriozábal, en que un náufrago extranjero se encuentra en una playa desconocida, a los bichos hambrientos del relato de Martha Bátiz, los ajustes de cuentas a través del tiempo y culturas diferentes de los cuentos de Carmen Rodríguez y Delma Wilson, la lucha titánica entre hinchas nigerianos y portugueses montrealenses que relata Ramón de Elía, el encuentro con Mordecai Richler y el vino del nombre de una muchacha inglesa de Ramón Sepúlveda, el asesino de Trotsky y la novela cubana que lo relata que nos presenta Alejando Saravia, la discusión del papel histórico de las revistas hispanocanadienses de Jorge Etcheverry, las reflexiones sobre el cuento neocanadiense y el poema en prosa sobre el Megalómano del Norte de Alejandro Saravia, la reflexión sobre la traducción de la poesía de Diego Creimer, la visión del poeta como pájaro carpintero de Francis Catalano, el París misterioso de Antonio D’Alfonso, el tríptico de la memoria de Nela Río, las muertes que dan vida y el 5 “padre que soy yo” de Darío Perinetti, los “aliens … du néant” de Tony Tremblay, los cien días de lucha de los jóvenes de Flavia García y la ilustración enigmática de la portada, que reúne elementos dispares del tiempo y del subconsciente en colores inesperados, del distinguido pintor boliviano Marcelo Suaznábar.

Es un contenido que viene de dieciséis autores de ocho países y tres idiomas diferentes, y que habla de intercambios culturales, viajes, enfrentamientos, venganzas, traducciones, secretos compartidos, tiranos y revolucionarios que provienen de una multiplicidad de idiomas y pueblos. Es un tapiz complejo tejido espontáneamente de contrapuntos y yuxtaposiciones imprevistos que manifiestan claramente la riqueza creativa de The Apostles Review en su décima encarnación.

Hugh Hazelton Montreal,
julio de 2012.

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