Octavo prólogo en disenso
We regret to inform you that your project has not been selected. Con esas palabras termina la carta con la que el Consejo de artes y letras de Quebec, el CALQ, nos comunica que la antología en francés de los primeros cinco años de Apostles Review no verá la luz este año. O al menos no con su dinero.
Esta respuesta en la lengua de Shakespeare, habiéndonos dirigido nosotros a las instituciones culturales de Quebec en su lengua, que es la de Molière y Leclerc, motivó una réplica enérgica. ¿Para qué nos piden que nos integremos y aprendamos el francés si a la postre consideran que, de todas formas, los comprenderemos mejor en inglés? La ministra Christine St-Pierre se deshizo en disculpas por intermedio de su secretario, el CALQ alegó que se trataba de un error informático, la civilidad primó, fue un pequeño yerro, y aquí no ha pasado nada.
La antología que queríamos –y queremos aún– editar, abarcaría una treintena de cuentos publicados en estos primeros cinco años de la revista, traducidos al francés y seleccionados por Hugh Hazelton, cuya pasión infatigable le ha hecho tanto bien a las letras hispanocanadienses y a esta publicación. Jorge Cancino, que ocupa un lugar especial en las páginas de este número, sabe bien de qué estamos hablando. Hace años se dio de bruces contra el mismo muro cuando quiso publicar una traducción de Exilium Tremens, con textos de Etcheverry, Barrios, Viñuela y suyos. «Hubiera sido muy importante que esos cuatro escritores fueran conocidos en la propia lengua de la gente de aquí», dice Cancino. El «hubiera» adquiere aquí todo su peso semántico.
Esta antología sería, como hemos discutido tantas veces en las reuniones de la redacción entre cafés y cervezas, un primer puente tendido entre nosotros y el castillo. Por ahora, los cocodrilos del foso no nos han dejado apoyar el otro extremo, pero el intento vale la pena.
Si no hemos logrado establecer ese diálogo literario tan anhelado con los escritores de aquí, al menos hemos comenzado otro diálogo, quizá más político, con sus mecenas. Ese diálogo no es amistoso, pero existe.
Mientras tanto, seguimos escribiendo y viviendo en tres lenguas. Alegrémonos: nuestro terreno de combate y seducción es vasto.
Bonne lecture.
Diego Creimer Verdun,
julio de 2011.