
Una de las primeras reuniones del grupo fundador en el mítico bar Utopik (hoy L’escalier) en Berri-UQAM, a fines de 2007.
Los orígenes de The Apostles Review fueron tema de algunos trabajos universitarios y artículos académicos publicados en revistas de estudios literarios. El texto de Pablo Salinas, cuya introducción compartimos aquí con ustedes, es quizá una de las indagaciones más sagaces y minuciosas.
The Apostles Review y la condición heterogénea de la literatura hispano-canadiense
Aunque el nombre del colectivo The Apostles Review tiene su más lejano origen en el Río de la Plata, la revista se forjó como tal en los alrededores de la plaza Émilie-Gamelin con un fuerte sello montrealés. Ramón de Elía, periodista argentino y gestor del nombre, contaba ya con un grupo de amigos de letras autorreferenciados irónicamente como “Los apóstoles” cuando se juntó por primera vez con Rufo Valencia, Diego Creimer y Magdalena Ferreiro para producir la primera versión impresa de la revista en el año 2007. Durante ese otoño, el centro de operaciones privilegiado fue l’Utopik (NB: hoy L’escalier) un bar restaurante y café con un ambiente internacional muy particular cuya personalidad describe en gran parte la orientación que la revista se iba forjando. Este primer cuarteto recibió el valioso apoyo de Hugh Hazelton, poeta, traductor y profesor en Concordia University.
La primera edición impresa vio la luz en diciembre de 2007 y es todavía motivo de gran recordación entre los pioneros de la publicación. En entrevista personal, Diego Creimer rememoró la titánica tarea de llevar las cajas con los nuevos ejemplares desde el local de la Maison de Radio-Canada en la calle René Lévesque hasta el improvisado centro de operaciones en el bar l’Utopik. El trayecto de más o menos un kilómetro no parecería particularmente retador sino se tiene en cuenta la especificidad del invierno canadiense, de manera que no es imposible imaginar a Diego y Rufo tambaleando con las cajas sobre los hombros, esquivando peatones y conductores en gran parte procedentes de países tropicales o de regiones completamente ajenas a las brutales tormentas de nieve montrealesas. Habiendo sido yo mismo testigo, tanto del rigor climático, como del ambiente de esa parte de la ciudad, puedo también darme una idea de ambos entrando completamente congelados a este heterotópico bar hoy desaparecido, pasar junto a pequeños grupos concentrados en una especie de mini mundial silencioso de ajedrez, deslizarse entre sillones ya acostumbrados a la silueta de acérrimos lectores, hasta llegar finalmente a una mesa no muy lejos del altillo donde se prepara la función gratuita nocturna de un grupo de jazz panafricano o de la última metamorfosis de una banda folklórica latinoamericana liderada por un guitarrista de Chicoutimi. En resumen, la revista se empapó desde la propia gestación, tanto de la nieve Montrealesa como de alguna Maudite o Blonde de Chambly, al tiempo que fue cubierta y guarecida por la pasión de una novísima intelectualidad orgánica proveniente desde los más lejanos parajes al sur del paralelo cuarenta y nueve.
Después de esa primera edición, que lleva prefacio y no prólogo, otros colaboradores se asociaron al proyecto. Entre ellos es posible destacar a María José Giménez y Flavia García. Por otro lado el colectivo, sin perder su carácter itinerante, se agenció un pied à terre en el corazón de la ciudad dentro de los acogedores ambientes de la librería Las Américas, gracias al apoyo de Francisco Hermosín, director de la misma. Las Américas también comenzó a vender los ejemplares de The Apostles Review y a servir de sede de algunas presentaciones literarias. Estos primeros momentos son cruciales para comprender la simbiosis entre el ‘espíritu’ de la ciudad y sus protagonistas, en este caso los miembros del colectivo. La plaza Émilie Gamelin, en el corazón del denominado Quartier des spectacles, con sus vendedores empecinados en ofrecer productos equitables hasta bien entrado el otoño, con sus multitudes de indignados que al grito de manif ce soi se enfrentan de tiempo en tiempo a las bombas lacrimógenas y los bastones de la policía; esta plaza y sus alrededores se muestran como el lugar ideal para la confluencia de este colectivo inmigrante.
*Extracto de «The Apostles Review y la condición heterogénea de la literatura hispanocanadiense» http://riviste.forumeditrice.it/oltreoceano/article/view/729 ©Pablo Salinas